13
May
Esta palabra, cada vez más instaurada en nuestro lenguaje, hace referencia a la acción de aplazar una actividad urgente o necesaria para dedicarnos a otra más agradable, aunque menos relevante.
¿Por qué es importante dejar de procrastinar?
Cuando hablamos de procrastinar, hay que diferenciar entre aquellas personas que lo hacen de manera puntual, algo que es bastante común o aquellas que se lo han planteado como un estilo de vida.
Estudiar un examen el día de antes, aplazar una cita importante en el trabajo o dejar un proyecto al final de la carrera para el año siguiente, son algunos ejemplos de lo que se conoce como procrastinación.
Procrastinar nos frustra y nos deja ansiosos y esa misma ansiedad causa más procrastinación.
“Ese ciclo vicioso debe ser cortado para evitar que la situación se convierta en una bola de nieve”.
¡No es fácil pero vamos que si se puede!
La persona puede estar metida en un círculo de ansiedad tal que compulsivamente realiza tareas para distraerse, como puede ser el uso Internet o de alguna red social, irse de compras o comer de forma compulsiva, por lo que, como consecuencia de ese temor a enfrentarse a la vida, se genera una adicción.
Una vida sin objetivos, es una vida sin dirección y a la deriva, en la que no tenemos responsabilidad activa ni decidimos aparentemente nada... como si fuésemos medusas arrastradas por el mar.
La trampa está en que verdaderamente estamos eligiendo no elegir y esto posiblemente trae consecuencias.
Desde esta posición, la vida nos lleva de un lado a otro, nos coloca en una posición pasiva en la que "las cosas ocurren" y no tenemos opciones, haciéndonos poco responsables de nuestros actos.
Si no estableces una meta, si no te responsabilizas de tomar una dirección, puede que a medio plazo acabemos frustrados y con falta de sentido.
Por esta razón es importante saber quién eres, qué es lo que quieres y generar acciones para poder lograr lo que quieres.
Una meta tiene que ser lo suficientemente elevada para ti, para que te motiven los beneficios, tiene que ser medible y a su vez realista.
Es habitual tener una visión idealizada de nosotros mismos y fijamos unas metas por las que no estamos dispuestos a sacrificarnos.
Es como si quieres hacerte de una carrera u oficio, pero no estás dispuesto a estar X años estudiando la carrera, no tendría sentido matricularse si no estás dispuesto a aceptar el sacrificio.
O ponerte en forma pero no estás dispuesto a ir varios días a la semana al gimnasio,casa, parque y madrugar a las 06:00 de la mañana o hacerlo por la noche, después de llegar del trabajo.
¿Ahora qué?
Una vez fijado el punto de destino es hora de hacerse preguntas para trazar la estrategia.
¿Qué necesito para alcanzar mi meta? ¿De cuánto tiempo dispongo?, ¿Qué limitaciones tengo para llevarla a cabo?,¿Qué estoy dispuesto/a sacrificar?,¿Qué tengo que dejar de hacer?, ¿Cuál es mi grado de compromiso?...
¡Divide las tareas y vencerás!
Una meta no es alcanzable si no se subdivide en pequeños objetivos, tareas y subtareas, y te va a resultar imposible si no adquieres hábitos diarios para cumplir esas tareas.
Al comienzo, adquirir nuevos hábitos no es tarea fácil.
Si no eres una persona de rutinas no empieces con actividades que te ocupen más de 1 hora diaria.
Inicia con 30 minutos diarios que puedas llevar bien, y no 3 horas diarias y que a la semana ya estés fallando.
Cada semana incrementa poco a poco el tiempo dedicado hasta que logres adquirir el tiempo deseado para llevar a cabo tus tareas.
Según los expertos en la vida hay que tener metas, tienes que saber en qué dirección vas y hacia dónde quieres dirigirte personal y profesionalmente.
Si estás involucrado en unos objetivos que no van para nada contigo, cámbialos por otros que tengan todo el sentido para tí.
No olvides … quién no sabe a dónde va, puede acabar en cualquier parte.
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By Maria Eugenia Medina - @jumaca17
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